martes, 21 de diciembre de 2010

Desde lo más profundo de mi ser

Siempre he considerado que un trabajo bien hecho es directamente proporcional al número de horas que uno le dedica y al amor y/o empeño que se pone hasta que quedamos plenamente satisfechos con el resultado final. Si además contamos con algo de apoyo monetario, el resultado puede ser toda una obra de arte digna de aparecer en los telediarios y en las portadas de diarios de todo el mundo.

Llegando estas fechas el corazón se llena de nostalgia al estar fuera de casa y lejos de los seres queridos. Mirando por la ventana y viéndolo todo cubierto por la nieve, uno no puede evitar que el deseo de disfrutar de esta bonita estampa en compañía de los suyos crezca en su corazón (o donde quiera que se hallen los sentimientos).

Surfeando por las redes sociales de las que formo parte puedo ver a amigos y familiares disfrutando de las tradiciones de la tierra que me vió crecer, alimentando más aún mis ganas de veros y decíos un par de cosas mientras comparto con vosotros unos pestiños y unas copas de anís.

Como soy consciente de que esto no es posible he cogido mi dinero, he invertido mi tiempo en comprar unas cervezas y bebérmelas (a vuestra salud, por supuesto…) poniendo todo mi empeño en aguantar sin ir al baño (para poder llevar a cabo mi obra), he cogido esta bonita estampa y la he "customizado" con todo el amor del mundo (siempre teniéndoos en mente), y como al final he quedado más que satisfecho, he decidido que probablemente haya creado una obra de arte. Como siempre me he considerado una persona generosa, he cogido mi cámara de fotos, la he inmortalizado y ahora quiero compartirla con vosotros. Espero que la disfrutéis tanto como lo he hecho yo.

Un fuerte abrazo para aquellos a quienes considero "los míos" (no posesivo, míos porque formáis parte de mi).


jueves, 2 de diciembre de 2010

La que nos va a caer

Estación polar de Middlefielde
Miércoles, 2 de Diciembre de 2010.
Temperatura exterior: Quién lo sabe.
Temperatura interior: Muy a gustito, si señor.

Cuaderno de bitácora:
He de resistir. La tormenta no amaina. El gélido viento del norte aúlla en el exterior de mi refugio como lo hizo el lobo en la puerta de los tres cerditos. Me llama. Quiere mi lomo. He de resistir. La pasada noche luché contra el frio como pude, acurrucándome bajo mi edredón de plumas de loca (si, de loca, está hecho de las plumas de la boa que llevaba en sus primeras actuaciones Carmen de Mairena) pues la longitud del mismo no es suficiente para cubrir mi cuerpo en su totalidad. Aun no he recuperado la sensibilidad del dedo gordo del pie derecho tras la primera noche de tormenta. No tiene buena pinta. Espero que el equipo de rescate llegue pronto o lo perderé. He de resistir. Mis compañeros de las estaciones vecinas hace días que no dan señales de vida. Solo el silencio de la emisora me acompaña en las cada vez más largas y frías noches. Los alimentos empiezan a escasear y el pingüino que tenía como mascota ha muerto de frio. Si encuentras este cuaderno, por favor arranca las tres primeras páginas pues están llenas de tonterías y no quiero que las generaciones venideras me recuerden como el carajote que dibujaba monigotes en el cuaderno mientras moría de frío. Rezad por mi…


Sigo vivo!! Sé que últimamente no he escrito nada y que alguno de vosotros estaría preocupado, así que he sacado un poco de tiempo antes de ponerme a trabajar para contaros un nuevo capítulo de mi aventura por estas, ahora heladas, tierras.
La verdad es que estando ocupado, aquí el tiempo pasa muy rápido y apenas te das cuenta del paso de los días. Parece que fue ayer cuando cogía el vuelo para venir y ya casi nos hemos plantado en el ecuador de esta aventura.

Al final tenían razón quienes nos decían que el frio de hace un par de semanas no era nada para lo que venía, y por lo visto lo peor aún está por llegar pues este fin de semana aún caerán más las temperaturas. ¡La que nos va a caer!

Ayer aprendí una nueva palabra: slippery. Su traducción es resbaladizo, y la aprendí por duplicado.

Por la mañana Adaire me dijo que tuviera cuidado pues la calle estaba muy “slippery”. Fin de la primera lección.

Me preparo para el frio. Camiseta térmica, camiseta de mangas largas, camiseta de mangas cortas, sudadera, chaquetón, gayumbos largos, pantalones vaqueros bien gordos, los calcetines más gordos que tenía, bufanda, guantes y gorro. Cuando entras en un sitio público es un espectáculo verme quitarme ropa como os podéis imaginar, pero no pienso caer enfermo aquí. ¡Ala!, me coloco los cascos, mi música y a caminar. Y que bien me vino ponerme música…
No había andado más de 500 metros cuando al apoyar mi pié derecho en el suelo este no encontró agarre suficiente y comenzó a alejarse peligrosamente de mi. Sonaba “Carry Out” de Timbalan en mi iPhone cuando mi cuerpo empezó a ponerse en horizontal solamente apoyado en mi pie izquierdo. Recurriendo a mi habilidad  para la danza, emulé al mejor de los breakers de “Fama” en la disciplina de Lírico (pues todo esto fue a cámara superlenta) y apoyé mi mano derecha en el suelo, extendí el brazo izquierdo girando mi cuerpo, y solté un caderazo que ya lo quisiera Chayane para elevar más aún mi pierna y recuperar el control de la misma que ya daba por perdido. ¡Toma ya! ¡Ahí queda eso señores!. Me impulso con mi brazo, recupero mi posición original y si alguien me ha visto solo le ha faltado aplaudir. Fin de la segunda lección.

Siempre supe que algún día el R&B salvaría mi vida.

La verdad es que la gente por la calle debe de pensar que soy un loco, pues voy flipando con la nieve. Mientras que la gente suele ir cubierta por un aura más bien tristona y mirando al suelo (yo voy mirándolo también de reojillo pues no quiero dar otra lección de baile gratuita), yo miro como la nieve cubre los árboles, jardines, tejados… Ya había visto antes nevar, pero no dejo de alucinar cuando nieva y si aprieta pues mejor. Me gusta la nieve.
Es muy bonito el cambio en los colores que te rodean aquí en Londres. Hace una semana todo era marrón y amarillo y de repente te levantas un día y todo está cubierto de blanco.

Os cuelgo un par de fotos que he hecho desde mi ventana para que veáis de lo que os hablo. La primera de ellas la tomé el primer día que nevó, pensando que debía inmortalizar la nieve antes de que desapareciera. Que equivocado estaba…

La vista desde mi ventana
¡Dios! ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?

Es increíble como puede cambiar el paisaje en solo una noche, ¿verdad?

En días como este, con el frio que hace en la calle y las colas de coches que se forman, es un lujo poder trabajar en casa, la verdad sea dicha.

Trabajar en casa… Lo siento señores, pero me temo que os he de dejar. Otro día os cuento y nos echamos unos bailes. ;¬)

Un abrazo peña!